Pasado un tercio de las fiestas navideñas se recibe como un ansiado descanso la vuelta a la rutina laboral y espero que ninguno de mis conmpañeros se saque alguna juerguecita de la manga hasta el viernes por la noche.
He terminado reventada y eso que me he cuidado en lo posible por el catarro quincenal con el que convivo. Llevo cinco días sin fumar y debería de aprovecharlo para abandonar el vicio del tabaco definitivamente ya que a partir del día 1 pretenden obligarnos a dejarlo, eso sí, voluntariamente afirman.
Ayer tuve la comida navideña con mi pandilla; es un gustazo contar con estos amigos y es que aunque con algunos pase meses sin hablar pues no vivimos muy cerca llegan estos días y volvemos a ser los mismos niñatos del instituto. Jó, he sido muy afortunada por conocerles, por tenerles, por seguir contando con ellos y sabiéndoles seguros de que pueden contar conmigo. De la pandilla sólo somos dos solteros pero las parejas igualmente están todas a su nivel. Las primeras fiestas navideñas las celebrabamos en locales cutres inhabitables (sin luz ni agua; bastaban un par de colchones en el suelo) que alquilábamos por 15 días para unos años después
pasar a disfrutar del chalet o cueva de los padres de alguno que ya se empezaba a fiar de nosotros. Barbacoa y litronas. Y porros, muchos porros.
Cuando pasaron los años y ya trabajábamos los sitios de reunión eran elegantes restaurantes a los que llegábamos cada uno en nuestros cochazos. Ayer aparecimos todos, fué muy curioso, en los coches de diario, ( igual que una 2ª vivienda hay siempre un 2º coche) llovía y ya no tenemos nada que demostrar: estamos todos hechos unos hachas. Son especiales.
He terminado reventada y eso que me he cuidado en lo posible por el catarro quincenal con el que convivo. Llevo cinco días sin fumar y debería de aprovecharlo para abandonar el vicio del tabaco definitivamente ya que a partir del día 1 pretenden obligarnos a dejarlo, eso sí, voluntariamente afirman.
Ayer tuve la comida navideña con mi pandilla; es un gustazo contar con estos amigos y es que aunque con algunos pase meses sin hablar pues no vivimos muy cerca llegan estos días y volvemos a ser los mismos niñatos del instituto. Jó, he sido muy afortunada por conocerles, por tenerles, por seguir contando con ellos y sabiéndoles seguros de que pueden contar conmigo. De la pandilla sólo somos dos solteros pero las parejas igualmente están todas a su nivel. Las primeras fiestas navideñas las celebrabamos en locales cutres inhabitables (sin luz ni agua; bastaban un par de colchones en el suelo) que alquilábamos por 15 días para unos años después
pasar a disfrutar del chalet o cueva de los padres de alguno que ya se empezaba a fiar de nosotros. Barbacoa y litronas. Y porros, muchos porros.
Cuando pasaron los años y ya trabajábamos los sitios de reunión eran elegantes restaurantes a los que llegábamos cada uno en nuestros cochazos. Ayer aparecimos todos, fué muy curioso, en los coches de diario, ( igual que una 2ª vivienda hay siempre un 2º coche) llovía y ya no tenemos nada que demostrar: estamos todos hechos unos hachas. Son especiales.
Comentarios
Y es fácil: cuando me eches mucho, mucho de menos no tienes más que añadirme a tu mesenger.