Dos



Una de las cosas que más por culo me da es que siempre mi madre lleve razón. No lo soporto. Lleva unos años diciendo que no debería de haber tantos partidos políticos, que con uno o dos ya habría bastante. El uno debe ser porque la mitad de su vida no tuvo que ir a votar. Oyéndola en estos últimos  años, mi cara ha ido cambiando hasta tener que darle la razón en un día como hoy. Te coges la prensa y, en no recuerdo qué periódico, lees que los sondeos dan inestabilidad a cualquier gobierno que saliera ahora de las urnas. Porque ya cualquiera hace un partido político, cualquiera escribe un libro, cualquiera saca un disco, cualquiera un doctorado. Banalización. Y empiezas a envidiar a los americanos, a los últimos agregados a la tendencia democrática ( a ver  si antes de acabar el post, explico  el por qué no soy demócrata )y entonces, te das cuenta de que son de los pocos que tienen la cabeza en su sitio, con “altura de miras” que diría el plagiador. El pragmatismo es la única opción para la buena gobernabilidad. Todas las cosas que existen ,  materiales o no, tienen una verdad tangible. Siempre.  Y vuelvo a lo cuántico. Sin entrar a marear la perdiz, las cosas son o no son. Sólo existen dos valores posibles y puede, según la cuántica, que los dos sean a la vez: el ser y el no ser, verdad.  ¿ A qué tanto matizar con posibles estados intermedios que dificultan el conocimiento? Los matices, los colores, son sólo adornos  prescindibles que rellenan las mentes menos espabiladas para distraerles y no les deja ver la realidad. Los sueños son en blanco y negro y están curradísimos en todos los sentidos. ¿Para qué soportar la carga de tantos partidos políticos? Si quieren, que hagan el paripé pero al final; dos para elegir porque ahí está el acierto o el error. Pero sólo habría un error.
Ayer leí que la gente feliz no tiene nada que contar. Lo cierto es que soy alérgica a esa  gente que dice ser feliz, probablemente porque ni siquiera es contagioso . Leo últimamente demasiados blogs pesimistas, casi suicidas, y son hermosos.  La resistencia de la soledad frente a un mundo que pretende adoctrinarnos en un bienestar moral y morado, merece mi más profunda admiración por muy inquietante que me resulte a veces, porque ya han marchado seres que quería y porque creo que la infelicidad es un don innato que hay que cultivar para curtirnos.
Y me voy ahora, a pasear conmigo misma, pues las tardes aún son amplias. Esta semana creo que me está empezando a gustar.






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