La historia es muy sencilla: coges un par de tallos de una maceta de tu madre que no llegan ni a quince centímetros, las planta e intentas proseguir haciéndolas crecer. Al principio observas que no sabes si tiran o no, pero sigues regando y abonando, como cualquier inversión, y al cabo de meses tienes una planta que casi te roza el suelo, y digo roza porque cuando parece que lo va a tocar, coge y tira hacia arriba.
¿La vida es esto? Es lo que debería: ni techo ni fondo.
Comentarios
Qué satisfacción!
Un abrazo.
Mil besos.