A veces parece que ando sorda y sólo, en algunos momentos, el tic tac de un reloj de arena que me robaron hace algún tiempo me atormenta levemente al recordarme que sigo viva. Empiezo a disfrutar de mis sueños y me río de pesadillas que reconozco al instante haciéndome la dormida para descubrirles un final que nunca llega. Los sueños nunca acaban. Quizás por eso se repiten una y otra vez sin enseñarnos nada.
Comentarios
Un abrazo.