Lo que me gustan estos días de siempre, no han perdido su encanto como las fechas navideñas que se nos vuelven pesadas losas con los años. En la mesa de la cocina el cesto lleno de membrillos, castañas y boniatos a la espera de que nos vayamos sentando uno a uno frente al fuego con la taza de café entre las manos hablando, riendo, compartiendo hasta partir al cementerio cargados de flores para los nuestros. Día de Santos y alegría por lo que tuvimos y recordamos en familia. No cabe mayor patrimonio.
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Un abrazo.