Creo que ya he empezado el último cuarto de mis vacaciones y aunque me había propuesto no volver al blog hasta acabarlas, no he podido resistirme a la necesidad de expresar lo bien que estoy después de semanas hartamente cansinas. Llevo tres días ya gratamente aislada en el convento. Si no fuera porque la realidad no es otra que esa de que “la carne tira”, no volvería al odiado sur.
Soy de mar, soy de agua, soy de lluvia, de verde y de besos infinitos. Soy de ella, soy de su risa, soy de su paz y sus abrazos. Soy de allí también, y soy de este instante, de la luz que me despierta y el suspiro que me arrulla. Soy de siempre pero sobretodo de ahora; soy quien, a pesar de ir en cabeza sin miedo, protege tus espaldas y te mima para que mañana me sigas amando.
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Mil besos