Necesito vacaciones y las necesito ya. Y lo curioso es que donde más relajada me encuentro este verano es trabajando. Entre unas cosas y otras no hay fín de semana que no acabe atiborrada de alcohol, comida, gente y falta de sueño. La disponibilidad horaria laboral que disfruto estos meses hacen del verano y especialmente del calor, algo más llevadero pero….ansío los diez días en el convento que me resetean cada año. Es un lujo el silencio, la no comunicación, desconectar cien por cien sabiendo que todo está bien, que no eres imprescindible para nadie ni nadie lo es para ti. Ya falta menos aunque me siga pareciendo mucho.
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