De anfitriones y basuras

 

 

Una de las ventajas de tener horario de tarde es el levantarte plena de ganas y energía para poner la casa en orden antes de ir a trabajar porque a la vuelta, sea al mediodía o por la noche, ya lo haces arrastrándote y casi sin ganas de nada. Desde el año pasado no había tirado la basura reciclable y eso es posible porque tampoco he pasado demasiado tiempo en mi casa. El caso es que cada vez disfruto más en ella y si no estoy todo el tiempo que me gustaría es debido a quehaceres irrenunciables. Volviendo al tema de la basura, me viene a la cabeza ese tipo de personas que aprovechan la visita a sus casas para endiñarte su basura. No creo que haya un comportamiento más cutre, casi tanto cuando la visita de turno te pide la contraseña wifi nada más cruzar tu puerta. Dicen mucho estos detalles de esas personas.

Cuando tengo invitados en casa sigo varias reglas inexcusables: nunca cedo mi cama más que a mi pareja y porque me acompaña, jamás les acepto una ayuda en la cocina (es que ni les dejo mirar), no les dejo ayudar a recoger y desde luego, nunca salen con la basura. Siempre me han dicho que era una excelente anfitriona y la verdad es que me gustaba oírlo hasta que conocí el origen de la palabra anfitrión que viene a significar  cornudo. Me encanta la mitología griega, podría explicarlo a mí manera pero es tontería habiendo interesantes artículos que lo cuentan muy bien y basta con pinchar:

ANFITRIÓN

 Pues sí, tres bolsas repletas debidamente separadas he lanzado esta mañana mientras me ponía y se ponían al día mis vecinos de mis tantas idas y venidas. 

 


 

 

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