Cuando me vine a vivir a esta
ciudad no lo hice por mí, fueron motivos familiares. Buscar más cercanía. Ya no
tiene sentido y por eso me lío la manta a la cabeza y espero, a corto plazo,
iniciar la reforma de mi hogar en el que habitaré lo que me queda de vida. No
aguanto ya el clima de aquí, demasiado calor (esto es lo que peor llevo) o
demasiado frío. Además, ya he conocido a todos los gilipollas que tenía que conocer aquí. La gente a la que he comentado que me voy no lo entiende, esta
ciudad está sobrevalorada o, al menos para mí, nunca ha tenido tanto encanto
como se le presupone. Quizás ahora esté más habitable porque anda más vacía
pero eso se acabará. De consuelo por ahora me queda que mañana empieza el otoño: bello siempre.
Cuestión de un par de meses mientras reorganizo otras cosillas, esperando que no arda Madrid y nos arrastren estos políticos al caos del 36.
Comentarios
Nieves
Besazo
N