Locos: la ignorancia ya no es la atrevida

 

 

Hace dos semanas pensaba que la gente estaba en sus casas atrincherada esperando sumisamente lo que nos va a venir irremediablemente en unos días. Salir a pasear, a tomar algo, o ir de compras ha sido este verano un gustazo en mi ciudad prácticamente deshabitada con la única pega de la temperatura y, huyendo nuevamente de esta, me he hecho unos 2500 km de carretera que me han hecho mucho bien. Ha habido tiempo para todo. Para desconectar, descansar, probar, reflexionar, compartir y mejorar entre otras muchas cosas. El tema es que en el norte de este país y con las tasas de contagio màs elevadas estaba todo el mundo. No era la primera vez que iba por esas latitudes, de hecho, sólo he estado en dos sitios que no conocía pero jamás las había visto realmente tan saturadas de gente. La suerte es que ni mi compi ni yo teníamos pereza en madrugar (quizás porque a las 22 h ya estábamos en la cama) y lográbamos disfrutar de magníficos lugares antes de que llegara la marabunta. Como dice el refrán, a quien madruga Dios le ayuda. A lo que iba, que no le tenemos miedo a nada y si la primera parte de la pandemia fue dura, lo que va a venir ya si va a ser una auténtica catástrofe sin paliativos de ningún tipo a todos los niveles.

A mí, que me quiten lo bailao. He disfrutado mucho y visto lo visto, poco iba a variar mi sino quedándome confinada.

 

 

 

 

 

Comentarios

Si ha dicho que…
Siempre tan positiva Carmelita!Por algo no me muevo del roalillo este año porque las previsiones dan mucho miedo.
Mil besos.
Melita ha dicho que…
Ni positiva ni negativa: realista. Es lo que hay. Y ya es que me da igual todo. Besos mil.