Nunca un día de mas





El confinamiento empieza a hacer mella en mí y se le suma también una especie de síndrome de Estocolmo hacia las circunstancias.

Me empieza a dar miedo lo bien que estoy, la paz que vivo este casi mes, reconfortada entre estas paredes tan familiares y de las que nunca disfruté tanto en silencio, sin prisas. Me gusta sentirme protegida y amada, protectora y amante. El olor a hogar invade cada rincón de esta casa y las horas más dulces las vivo entre fogones devolviéndole tantos días sin mí en los últimos años. Unos días de recogimiento,  oraciones  de una fe más viva y necesaria que nunca para entender la fragilidad del ser humano, armadura de un alma que también hay que cuidar.

Me estoy acostumbrando a esto y espero sobrevivir a la liberación prometida.



Comentarios

Si ha dicho que…
Mantén esa buena actitud Carmelita ya que van a ser más días.
Mil besos.
Carmen Arnaiz Verdera ha dicho que…
Me alegro por ti y por la gran mujer que tienes a tu lado, ella tiene mucha parte de culpa de ese estado en el que te encuentras. Y fíjate, sin buscarlo. Besos.
Melita ha dicho que…
Hay que saber sacar lo bueno a cada situación. Besos.