Ayer pasé la tarde ignorando la
razón. Nada de lo que pensaba debía permanecer. Obvié deseos y me impuse
compromisos. El tiempo congela almas primerizas, como esas heladas de Abril a
las que un Marzo alocado no teme y, yo temo ya cada mes del calendario que
deshoja la nostalgia y cae perdido en pedacitos de melancolía que nunca
encuentran consuelo. La perspectiva de entender, siendo o estando, como un ser
que renuncia a conformarse con la evidencia, me engaña sin distinguir, si habito
en la inercia de un tío vivo desbocado sin esperanza, o el mundo gira mareándome
aunque mantenga los ojos cerrados, el corazón apagado y el cuerpo inmóvil. La
perspectiva de estos días en que se consagran hasta los recuerdos inventados, se
cuela quebradiza, entre razones escondiendo celos que huelen a piel de melocotón
y saben a besos de fresa, como el hueco que habita entre tus senos y los míos al
perdernos bajo el edredón. Que no sé si aún estoy entrando en tu vida o huyendo
de mi alma.
Comentarios
a la actitud, ni caso. Mejor la aptitud para ser más objetiva.
Te dejo un saludo.