Heridas




Hoy, mientras me duchaba, descubrí un arañazo profundo en la pierna de esos que sangran. No sé ni cómo ni cuándo. Creo que ya no siento el dolor, ningún dolor; mis pulsos no se alteran. Ni recuerdo ni perdono, como si todo lo que me rodea ya hubiera dejado de pertenecerme por su indiferencia, y mis manos no tuviesen la fuerza suficiente para sostener unos sueños que se olvidan con la misma facilidad con la que se inventan las promesas. Vuelvo a rozar la áspera herida y comprendo que, aun siendo muy real, pertenece al dolor de otro ser que me añora y es incapaz de suplir el sufrimiento con la paz que regala la realidad.



Comentarios

Carmen Arnaiz Verdera ha dicho que…
¡Vaya! Un beso.
La Abstinencia me puede ha dicho que…
"Vuelvo a rozar la áspera herida y comprendo que, aun siendo muy real, pertenece al dolor de otro ser que me añora y es incapaz de suplir el sufrimiento con la paz que regala la realidad."
Qué bello!
Creo que el dolor siempre está allí, pero ya no lo sentimos porque nos hemos armado una coraza muy fuerte para que no penetre nada. A veces es necesario sentir ese dolor y dar paso al cambio.
Un beso, meli!
Melita ha dicho que…
Por mi manera de ser, yo no debería de creer en nada que no fuese "tangible". Y mira que me empeño. Sin embargo, tengo ese trocito de lo que sea dentro de mí, que se sobresalta con un sonido, un olor, un recuerdo.. un "clic" que activa sensaciones y pueden hacerme sentir dolor, tristeza o loca euforia. Y todo esto lo tengo dentro, donde no se puede tocar y, mi cabeza le pertenece. Es un punto débil.