La cuesta de diciembre






Hacía tiempo que no tenía una semana tan mala, tan estresante. Y es que el final del año va cogiendo una velocidad de vértigo en la que todo el mundo me parece de mal humor o crispado. Creo que en este año que se acaba he tomado tres malas decisiones:  una laboral, una sentimental  y una familiar. Ninguna parece tener arreglo y, no es que se vaya a acabar el mundo, pero de haber elegido bien es probable que al menos me esperaran un par de años de calma y sosiego como mínimo. 
Como nunca me gusta arrepentirme de nada de lo que he podido evitar y no he evitado conscientemente, me lo tomaré como un reto: sobrevivir con más quebraderos de cabeza. El año sigue imparable cuesta abajo hacia su fín y mi estado natural ha pasado definitivamente a ser el de una melancólica cabreada.




 


Comentarios

La Abstinencia me puede ha dicho que…
tranquila, esto también pasará, conoces aquella frase? nada es permanente, somos estados que viven cambiando
Melita ha dicho que…
Bueno, el estado se va modelando un poco más y afianzándose.