Volver a yacer




Siempre me las había mordido pero con los últimos ajustes dentales ya no me atrevía. Me sentó a su izquierda cuando aún permanecíamos desnudas sobre el lecho aún cálido y húmedo, tomando mi mano con la delicadeza de un cirujano enamorado y empezó a cortar las uñas de mis dedos con una urgencia desconocida de su afable carácter. Estaba tan agotada que reposé mi cabeza sobre su hombro intentando no perturbar su decisión. Me habría quedado en esa postura toda la vida: mi amante, mi buscada amante, mi anhelo por fín estaba ahí, rozándome, aguantando mi aliento en su desnudo cuello estirado, ofreciéndose con una  generosidad impropia de una  realidad, al fin conocida, que siempre imaginé inimaginable.

Casi no habíamos hablado las últimas horas allí enredadas, el silencio lo aclaraba todo. No dejamos de mirarnos, aún con los ojos cerrados, desde que nos recluímos en su casa intentando recrear lo soñado los últimos días tras el teléfono. La casualidad es un hada traviesa que juega con los corazones desesperanzados de quienes ya hemos renunciado al amor. Y está ahí, tan cerca, tan real que olvidé el dolor. Mis dedos inofensivos vuelven a recorrer de nuevo una piel ávida de caricias sinceras y sin condiciones, una piel curtida pero suave, porque sabe de esperas y perdón.

Me siento como esa llama que huye inútilmente del fuego que provocó. Viva.



Comentarios

Nieves ha dicho que…
Mujer, cuando uno va a hacer debe ir depilada y con las uñas cortadas. Què cosas te pasan...
Melita ha dicho que…
Ya me conoces, un trasto.
La Abstinencia me puede ha dicho que…
Pues qué bello que haya sucedido, me hace tener esperanzas aunque mi vida amorosa es como una gran lotería, una estafa y nunca me toca el premio
Melita ha dicho que…
Mientras participas, la esperanza está ahí y esa en sí misma ya es un buen premio. Beso.
Carmen Arnaiz Verdera ha dicho que…
¿y te duele ahora? Quémate. Un beso.
Melita ha dicho que…
Sí, y de paso me voy aclimatando para el infierno. Beso.