Esto si son vacaciones. La
climatología se ha encargado de procurarme unos relajantes días antes de la
vuelta al tajo que estaban previstos para el bricolaje y diversos arreglos
exteriores. Finalmente estoy dedicando este tiempo a las manualidades que tenía
pendientes desde primavera, acabando otro buen puñado de manuscritos. He
conseguido no madrugar; que me den las diez de la mañana en la cama
remoloneando no lo vivía desde mis tiempos de mala estudiante. Aunque soy de secano y detesto bañarme en el mar,
los aires marinos se han convertido en mi mejor aliado y consuelo. Anteanoche
la tormenta fue preciosa, el puerto iluminado por los constantes relámpagos parecía
cabreado, chocando los mástiles de las embarcaciones como si quisieran escapar
de la dársena. Echaba de menos ese sonido y disfruté de mi soledad junto al mar
trasnochando con los rayos mientras pensaba en lo afortunada que soy.
Esta noche es bien distinta. No
se oye ni media ráfaga de viento y la quietud del agua demuestra de nuevo, que
tras la tormenta siempre llega la calma. Por eso ya hace tiempo que perdí el
miedo a estas, una vez que descargan, solo dejan paz. Una noche maravillosa y
productiva.
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Que disfrutes! :)