Noche en calma



Esto si son vacaciones. La climatología se ha encargado de procurarme unos relajantes días antes de la vuelta al tajo que estaban previstos para el bricolaje y diversos arreglos exteriores. Finalmente estoy dedicando este tiempo a las manualidades que tenía pendientes desde primavera, acabando otro buen puñado de manuscritos. He conseguido no madrugar; que me den las diez de la mañana en la cama remoloneando no lo vivía desde mis tiempos de mala estudiante.  Aunque soy de secano y detesto bañarme en el mar, los aires marinos se han convertido en mi mejor aliado y consuelo. Anteanoche la tormenta fue preciosa, el puerto iluminado por los constantes relámpagos parecía cabreado, chocando los mástiles de las embarcaciones como si quisieran escapar de la dársena. Echaba de menos ese sonido y disfruté de mi soledad junto al mar trasnochando con los rayos mientras pensaba en lo afortunada que soy.
Esta noche es bien distinta. No se oye ni media ráfaga de viento y la quietud del agua demuestra de nuevo, que tras la tormenta siempre llega la calma. Por eso ya hace tiempo que perdí el miedo a estas, una vez que descargan, solo dejan paz. Una noche maravillosa y productiva.







Comentarios

La Abstinencia me puede ha dicho que…
qué belleza. Mientras iba leyendo lo que escribiste me imaginé un libro sobre una chica que vacacionaba cerca al mar. Lo disfrutaría mucho.
Que disfrutes! :)
Melita ha dicho que…
Gracias. Son esas pequeñas cosas que se disfrutan en soledad y que resultan tan productivas y saludables. Un abrazo.
Carmen Arnaiz Verdera ha dicho que…
Me alegro que hayas disfrutado de ese momento! Un beso.