Este año se adelantó septiembre. Llegó por sorpresa quizás
para rescatarme de un agosto asfixiante y tormentoso que parecía no tener fin.
Respiro; en un par de días ya volveré a ser yo y no me faltará tiempo para
volver a empezar, borrar y caminar sola con la vista puesta en el presente. No
voy a perder ni un día más extendiendo mi brazo al otro lado de la cama porque
las mitades no dejan de ser la huella de
un fracaso huido. Me imagino como una pelota de la que cuelga una goma que
alguien se empeña en estirar para volver a golpearme. Y se ha roto, como se quebró la tregua a la melancolía.
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Mil besos.