A veces, la memoria de tanto estirarse y encogerse, deja
resquicios por los que escapa el olvido.
Es laborioso construir muros que detengan sentimientos y cuando pasa el tiempo,
ese que por mucho que sea, siempre acaba faltando aunque nos consuma en
estériles esperas, nos demuestra que el
poso que cubre el fondo de nuestra alma, se revolotea loco, cuando un soplo de
ilusión se cuela al sacar la llave del cerrojo . Me he protegido tanto, he
engordado tan desmesuradamente mi caparazón, que la carga que soporto cada día
me hace caminar más lentamente, hasta que
los pies terminen clavados, en el lugar
equivocado, a medio camino entre tus labios y mis besos perdidos.
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