Mi sobrina no me habla desde que gané al escondite a su
hija. Nos turnamos un par de búsquedas la pequeña y yo. Nos encontrábamos como
mucho en dos minutos después de sacudir todos los rincones y asomarnos bajo las
camas. Al tercer round, cuando me tenía que buscar ella, salí por la puerta de
la casa y me bajé al bar. Tres cuartos de
hora más tarde me llamó por teléfono mi madre. Estaban preocupadas,
temían que me hubiera muerto repentinamente en un buen escondite. La chiquitilla
creo que sigue cabreada. Tiene muy mal perder; de casta le viene al galgo.
Hace noches que no escucho ese sonido de flauta que hace
semanas que ya no existe. Me empeño en no dormir hasta escucharlo, intento
mantenerme despierta esperándolo pero
finalmente caigo rendida y me pierdo en raros sueños . Sonaba tan nítido en mis deseos…y a pesar de todo, sólo le recuerdo como una mitad, como
la otra mitad que no conocí, esa mitad que escondía a todos, tan inalcanzable
como la mitad que me faltará siempre. Sé que su soledad me añora tanto como mi cordura la
esquiva. Y era tan fácil como coger, sí, coger con la mano sin esperar a que lo
sirvieran en bandeja porque cuando realmente se desea algo, no hay que dudar y
simplemente arrancarlo de donde sea. Todo lo que podemos conseguir ya nos pertenece. Abandonar nuestros deseos es
la más absurda de las derrotas.
Se lo puse tan fácil que ahora ya es imposible.
Comentarios