Mi estación favorita es el otoño, después la primavera.
Puede que sea porque no me gusten las cosas contundentes como son el invierno y
el verano . Puede que el invierno resulte tan cansado y largo por ocupar
siempre dos años. Ninguna otra estación ocupa dos años. Y este ha sido tan largo y malo que no sabría
decir si ha sido peor el invierno del 2017 o el del 2018. Es que es caprichoso
el calendario con las estaciones, con lo fácil que hubiera sido poner el
comienzo del invierno el 1 de Enero y el fín del otoño el 31 de Diciembre.
Seguro que de ser así, hasta me gustaría más la navidad. Encima, esto de las
estaciones no es igual en todo el planeta porque en algunas zonas sólo existen
dos estaciones y en otras seis. Un lío. Otro problema diferenciador provocado
por ser la tierra redonda porque no pega el sol igual en todos lados por la
inclinación del eje de giro de esta.
La clave de la vida al final va a resultar que está en la redondez y sus giros. Siempre hay la
misma distancia de un punto de la superficie al centro. Podremos idear miles de
caminos pero siempre tendremos que andar lo mismo para acabar en el mismo lugar.
Parece tan sencillo…y nos pasamos la deambulando, perdiéndonos en caminatas
improductivas mientras envejecemos .
A ver si en lo que queda de primavera me da tiempo (el
verano me mata) y desarrollo mi teoría sobre el redondismo, el por qué del
todo. Por eso le damos tantas vueltas a las cosas.
Preciosa la sierra esta primavera. Salgo a mirarla y admirarla.
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