Ojalá pudiera pasar los lunes a
los viernes. Los lunes me desajustan la semana. No es que no me gusten, pues en
el fondo es el día que me pone en mi sitio, pero mantengo cierta lucha con
ellos porque no se puede ordenar la vida en un solo día. Me agotan y estresan a pesar de ser el único día de la
semana en el que no caben sorpresas. Días de resaca, de proteínas, de cine y
tardes de paseo (de perros hoy). Me ha parecido muy triste pasear por la feria del libro ; viento que se ha llevado las
palabras y ha llenado mis pestañas de huérfanas briznas. Nubes llenas de
barro que han pintado mi camisa de lunares . Rosas rojas, eso sí; aquí no nos ha
llegado aún la tontería pero todo se andará. Tanto simbolismo para distanciar,
dividir y odiar. Queremos reclamar la diferencia sin darnos cuenta que no
toleramos a nadie diferente. Uniformar, señalizar, marcar y anular… conmigo o contra mí, no hay
otra.
Mañana madrugaré para desordenar
la semana y es que hoy estoy tan cansada que aún no he hecho planes.
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