A veces no sé por qué pregunto
tanto cuando estoy segura que lo hago sin esperar respuesta, que sencillamente
es para entender, no para saber. El 50% de las veces ni siquiera me molesto en
aparentar que presto atención, que espero. Estudié, bueno, iba a un colegio de
monjas y en 3º de BUP me expulsaron en el último trimestre. Las razones que les
dieron a mis padres fueron bastantes y variadas pero hubo una que ayer, me la hicieron recordar: impertinente. Yo era
y parece ser que lo sigo siendo, impertinente. No sé si la persona que me
define así ahora ve lo mismo que las monjas de antaño. Me recuerdo en aquellos
años como una chulilla rebelde que andaba metida en todos los líos. Era la
curiosidad la que me hacía actuar así. Tenía que estar la primera en cualquier
historia que oliera a peligro, a trasgresión, a reconocimiento posterior de mis
compañeras por el descaro exhibido; me “ponía” estar en el filo de la navaja.
Lógicamente, me tocó repetir en
otro centro el curso siguiente. Creo que estuve un par de meses observando sin
más, sin mis preguntas ni actitudes impertinentes, sin relacionarme con mis
compañeros nuevos, con la novedad de que era mixto. Creo que fue al pasar la navidad
cuando volví a ser impertinente y me convertí en la “puta ama” del instituto. La impertinencia, al parecer, era el camino que me ha llevado a disfrutar. No encuentro
ahora ninguna similitud con aquellos tiempos por lo que pienso que alguien se
equivocó al definirme. Sigo siendo muy chula, eso sí, pero en todo lo demás
completamente distinta a hace 35 años aunque me siguen importando un pimiento
las respuestas. Lo mismo en aquellos años era simplemente hiperactiva, pero
claro, aún no existía eso.
Comentarios
Besos mil