Menudos personajes ellas. Todo un
mundo por descubrir que nunca terminas de conocer del todo. Probablemente, el hecho de pasar nueve meses en su vientre sin
habernos tragado, debería darnos todo el conocimiento sobre ellas, nuestras
madres. Esta semana ví en el cine “ Muchos hijos, un mono y un castillo”. El
título es para echar a correr pero la costumbre semanal cinéfila viene dada por
la presencia de mi madre en mi casa: necesito aire. Según ella “parece que
tengo un cuarto alquilao en la calle”. Ayer hasta se atrevió a a preguntarme que
dónde estaba a las 12 h de la mañana. La mujer entró en mi oficina, no me vió y
parece que se fue mosca, como si la engañara, como si le estuviera siendo
infiel. Dominante, caprichosa y
manipuladora pero…qué madre no es así? Poquísimas. En mi familia desde mi
bisabuela que conocí, todas iguales. De esto te vas dando cuenta a medida que
creces, es como una curva de Gauss en la
que empiezas de pequeña idealizando a tu
madre como el centro de tu mundo y a medida que llegas al punto de inflexión te
entra la duda, el hartazgo, la rebeldía, para una vez que la pendiente vuelve a
bajar empiezas a empatizar de nuevo con ella hasta que casi vuelves a su
vientre a medida que su vida se va apagando. Y es ahora cuando más valoro su
cariño, porque no voy a terminar de saber lo maravillosa que es.
En la primera escena de la
película de Gustavo Salmerón pensé que sería del estilo de Carmina y amén. Nada más lejos de
la realidad. Es un canto espontáneo de ternura y humor. De ese tal cual que
tienen las familias cuando nos juntamos
y repartimos pleitesía a nuestros progenitores.
Y en esta reunión del castillo, Julieta la madre, es el centro y motor
de este clan. Muy entrañable película ( o casi documental donde los actores se
interpretan a si mismos).Carmina es otra cosa, pero igual de contundente como
madre.
Y de banda sonora…Amaia Montero
con una canción que le dedicó a la suya
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Saludos
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