No sé cuando se acabará esto, ni
si se acabará; ir al retortero cada día está acabando con una paciencia y salud
que no sé si ya tengo.
No es sólo cuestión de puntos y comas para dar sentido al
pretexto, es saber decir “no “ y ” basta”
cuando se prescinde de la pausa necesaria para acertar el tiro. Por miedo a
ahogarme agoto mis fuerzas nadando contracorriente hacia una orilla que ni
siquiera me conviene y en la que seguro, no hallaré paz ni cobijo. Descubro que
soy ajena, así ,sin una palabra más: ajena y hoy hasta perdida al no poder justificar ni lo justificable.
Hoy
me pesa todo, me sobra, y aunque mañana seguramente será otro día y me ría de nuevo
al verme seducida por mis malos momentos
de lucidez, estos, en los que sólo deseo cerrar los ojos y evaporarme como si formara parte del sueño de alguien
inexistente.
Siento envídia de una gota de
agua en el mar, del leve humo que escapa de un fósforo al prender , de ese beso
que no se termina de dar cuando no sabemos si es mitad amor o mitad sexo y de
cualquier adiós exclamado. Envidio el no despertar , así como las cenizas que
descansan arrojadas lejos. Y envidio aún más el olvido y el silencio cuando
desaparecer no es opción porque no dejan que sea remedio.
Ojalá que el día que se acabe no
haya más días, que como cristiana y occidental no me den el castigo de la
reencarnación. La vida es muy pesada y larga; aburrida cuando descubres que
todos los días tienen venticuatro horas y el sol sale inevitablemente por el
este; previsible cuando cada vez que
sueltas la taza de café acaba hecha añicos en el suelo y descartable cuando
carece de utilidad para el alma.
Mañana será otro día, otro día
igual a otro día.
"El hombre está condenado a ser libre, ya que una vez en el mundo, es responsable de todos sus actos"
Jean-Paul Sartre
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