Una guerra perdida





«¡Pero qué rusos y qué americanos, qué comunistas y capitalistas ni qué ocho cuartos! ¡La próxima guerra no estallará entre ricos y pobres: estallará entre güelfos y guibelinos, es decir, entre los que comen carne de cerdo y los que no la comen, entre los que beben vino y los que no lo beben, entre los que susurran el paternóster y los que gritán “¡Alá es grande!”»
                                Oriana Fallaci (1990)

Esta mujer lo tenía tan claro…pero se equivocaba; para que exista una guerra tiene que haber dos bandos y en esta cruzada Europa bajó los brazos y las fronteras hace mucho. Debido quizás a unos principios basados en el cristianismo, la moral de occidente se ha debilitado en base a una tolerancia ingenua y desproporcionada que nos ha hecho vulnerables e indefensos.
No se puede tener tolerancia con quien no la tiene, no se puede tener piedad con quien no la conoce, no se puede ser débil con quien te destruirá.

Esta guerra en la que sólo ataca uno, al que hemos armado, al que hemos abierto las puertas de nuestras vidas y que además nos exigen los “tolerantes” mimar globalmente, ya la hemos perdido. Mucho se ha criticado en las redes el solidarizarnos con  el atentado de París y no con el de Beirut, argumentando que todas las vidas tienen el mismo valor.¡Por Dios! ¿encima de cornudos apaleados? Que en Siria, Irak o Líbano se implemente la sharia nos debería hacer más prudentes y tomar medidas preventivas con sus gentes. Vaciar Siria con una guerra civil lanzando a los refugiados a invadir Europa es un acto muy inteligente del estado islámico pues no hace falta que vengan aún con determinadas ideas. En nombre de Alá, la noche del viernes un terrorista nacido en Europa daba un pequeño pasito para la conquista y destrucción de occidente.

El presente es sólo la punta del iceberg del futuro que se nos avecina.



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