Otro lunes de cine
para reponerme de un finde pleno de excesos. Lunes duro en el trabajo con
interesante discusión en la que no he perdido la paciencia ni una milésima de
segundo. Ganas tenía ya de que pusieran las cartas sobre la mesa para comprobar
que había más de una baraja; en el fondo me daba y da igual.
Aprovechar estos días
de tregua emocional para contemplar lo insignificante y exprimirlo
pacientemente hasta encontrar un sentido escondido, como si de un tesoro se
tratase, es un ejercicio reconstituyente de autoestima.
La cadencia que
acompaña cada uno de mis actos marca, en tiempo y espacio, una inequívoca ruta
que no hubiera imaginado un tiempo atrás. Ya no tengo la mirada triste de quien
se cree incapaz de hacer algo fuera de lo previsto.
Quiero disfrutar los
sabores, los olores y sobretodo los colores pues en los matices que a la misma
cosa dan distinta luz, se encuentra el secreto de la vida.
La película, "Una pastelería en Tokyo", más que recomendable.
Esta creo que era mi 2ª canción de enamorada. Ñoña que era una.............................
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