Sólo poseemos realmente el tiempo vivido y
sin embargo nos empeñamos en alargar, en posponer acciones sin tener la
garantía de poder realizarlas y todo, gestionando un tiempo que no se sabe si
habrá. La paciencia es una virtud si se la abstrae del tiempo; es la tregua de
la espera, sentada en el quicio de una puerta que decide qué entra o qué sale.
Y no es por no poder ser paciente, es que cada día que pasa es un día menos de
paciencia, un día menos para compartir, un día menos para amar…
Presiento que se me acaba el tiempo, me da
miedo no llegar a mañana, no esperarte, no ser como soy hoy. La vida ya lo ves,
se escapa así, unas veces sin avisar y otras harta de golpearnos.
Una de mis películas favoritas es “Muerte en
Venecia” y de ella extraigo un texto sobre un reloj de arena que quizás ayude a
entenderme mejor:
" Recuerdo que hubo uno en
casa de mi padre. El orificio por el que pasa la arena es tan pequeño que
parece que el nivel del vaso superior no cambiará. Sólo un buen rato después
uno se da cuenta que la arena ha ido cayendo grano a grano, inexorablemente,
hasta colmar el vaso inferior. Entonces ya nada importa. Se ha cumplido el
tiempo y no queda un minuto para pensar."
Comentarios
Hablamos entonces de miedo. Miedo a no realizar todo aquello que quisiéramos, lo cierto es que no podremos, porque el mismo miedo nos lo impedirá, la inseguridad, por tanto primero deberíamos pasar esa barrera. Y una vez pasada, nos quedará algo pendiente, siempre.
Besos
Carmen