La piedra de la paciencia

Hará tres o cuatro meses que ví esta película afgana; mi cabeza sigue dándole vueltas porque aunque era una historia embutida en una de las guerras más absurdas y crueles de la actualidad, no dejaba de tener su puntito. A menudo hay directores/as con tremendo empeño en involucrarnos en temas duros y enternecedores/cómicos a la vez que consiguen removernos interiormente para que no dejemos de darle a la maquinaria cerebral.
Se pueden sacar muchas conclusiones como el hecho de que una mujer está ligada a su marido hasta que la muerte los separe aún a riesgo de perder ella misma la vida o las de sus hijos. Muchas veces el lazo que te ata a otra persona es tan  fuerte o tan vinculante que el único remedio para cortarlo es provocarle hasta que reviente y te mande a tomar por culo o al otro barrio.
La vida es un juego que anda entre la paciencia y la locura. La vida es de los pacientes, esos seres que aún golpeados, vejados, ignorados, humillados o reprobados tienen la fortaleza de aguantar, aprender, sufrir y sobrevivir a las afrentas para sobrevolar como ave fénix en la mediocridad de los contemporáneos.
Yo quiero ser paciente; necesito ser paciente. Desde que mi vida no la marcan los impulsos locos de mi extinta naturaleza efusiva he aprendido que todo tiene su lugar y su tiempo; ya sé que las cosas que hoy no pueden ser, mañana quizás sí. Pasado, seguro.
 
Otra vez ha nevado, ya está de nuevo un hermoso invierno conviviendo ahí al lado.

Comentarios

Carmen Arnaiz Verdera ha dicho que…
Mira, hay una canción preciosa, yo la he oido cantada por Rocío Durcal, que se titula-Costumbres.
Te digo esto para hacerte referencia a esos lazos que tu comentas en tu texto en las parejas, el aguante, la paciencia,
la costumbre y también el amor, que lo hay. La vida es para todos aquellos que la viven, de una forma o de otra, porque lo que viene después ya es nada.