¡ Qué bello es vivir !

Dos veces me la he visto en los tres últimos días.

Están siendo muy típicas estas navidades, con nieve incluída. Tras quedarme aislada el sábado en Granada el Domingo emprendí el camino hacia el hogar maternal atravesando el puerto de la Mora en el que habían estado trabajando horas antes las máquinas quitanieves. Me sentía tan feliz mientras conducía que algunas lágrimas se asomaron a verlo.
Pensaba que momentos así en los que sin más, son los que siempre hemos perseguido calificándolos como "felicidad". Qué tontería esperar que la "felicidad" nos llegue triunfante en un desfile custodiada de trompetas y fuegos artificiales. Si fuera algo tan tangible seguramente tendría precio y se podría comprar.
Este viaje me llenó de moral, de fuerza para superar ciertas cosillas a las que temía estos días y todo esto sabiendo que la mala suerte de nuevo se ha cebado con un amigo.
Tengo que aprender a no quejarme.
Me gusta la Navidad. Me gusta tener a toda mi familia reunida aunque al final huya agradecida hacia el trabajo. Me gusta recibir sms de mis amigos, hablar por teléfono con esa gente que sólo llamamos ese día. Me gusta oír cada Nochebuena en la misa del Gallo a la escolanía en la catedral. Me gusta sentarme a cenar harta de copas y con cara de heidi. Me gusta despedirme ese día de la oficina besuqueándome hasta con los vigilantes. Me gusta salir a pasear el día 25 por el parque muerta de frío para estrenar la nueva bufanda. Me gusta llegar el 26 empachada al curro y quejarme de lo mucho que he bebido.

Me gusta ver y entender la vida a mi manera, es lo que tengo. Es mi Navidad, es mi vida y sé que si yo quiero mañana será un buen día. Todo depende de mí, de hacer mi vida a mi manera.

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