No tengo prisa

Mira que no me gusta coger el coche en la ciudad pero a veces no hay más remedio que armarse de valor y subirse a él: compra semanal en el quinto pino.
A la vuelta yendo por una de esas magníficas vías urbanas de dos carriles que lo único que hacen es que los de la interior vayan de carreras observé la presión de un coche por detrás que quería casi saltarme. El carril de la derecha iba lentorro, atascadillo y yo por la izquierda iba a la velocidad que me permitían las señales de tráfico, ni un km/h más. El conductor seguía pegado a mí y me echaba las luces de vez en cuando hasta que llegamos a un semáforo y paré pero cuando el intermitente del peatón se pone en rojo el señor de atrás me pitó impaciente. Eché el freno de mano y me bajé tranquilamente del coche, miré las ruedas, las puertas, por delante, por detrás y me dirigí al conductor que me perseguía: ¿ Por qué me ha pitado ? mi coche está bien. No dijo ni mú y yo volví a meterme en el mío y salí otra vez a mi ritmo que es el que marcaban las señales. El coche de atrás permaneció parado, se le había vuelto a poner el semáforo en rojo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Jajajajaj, que bueno, me hubiese encantado ser tu copilota para ver la cara de ese "caballero" jajjaja, pero qeu le vamos ha hacer, "hombre tenía que ser"
soñadora
Hei Jei ha dicho que…
Jajajaja, muy bueno! Aunque reconozco que como conductora habitual, yo también suelo ser una estresada al volante.

PD: A mí también me gusta tu blog.
Blueyes ha dicho que…
Por qué no escribes?
Un besito