Primero había oído comentarios a familiares ( que no me los creí, todo hay que decirlo ) pero ayer pude leer la noticia hiperdetallada en el periódico de mayor tirada nacional ( si quieren publicidad que paguen ) y flipé ya del tó.
Resulta que los negocios funerarios van camino de convertirse en los más rentables e innovadores debido a la creatividad y empuje que les aportan cabezas más que pensantes de este mundo tan merchaideasingmente globalizado. En principio la muerte es el acto personal más común que tenemos los seres humanos después del nacimiento; a ver quién se lo salta. La incineración poco a poco va captando adictos en la sociedad española que seguramente es de las más conservadoras en temas funerarios pues por cuestiones de religión, dígase resurrección, aún hay gente que eso de salir ardiendo en el tanatorio no entra en sus planes y por cierto, tendré que advertirles a los chicos del crematorio que no se alarmen si llegado el caso estoy una semana deflagándome debido a mi última afición a la botella ( obviad chistecillo aznariano ).
Además de los gastos de funeral, caja, flores, coche y más parafernalia han inventado un pasito más para convertir la muerte en una sofisticada customización.
Por una módica cantidad de dinero que va desde 3.000 a 18.000 euros podemos metamorfosearnos como una cenicienta cualquiera: entrar en una caja de madera noble al tanatorio y salir engarzados en un anillo de oro o gargantilla. Sí, la noticia es que una empresa suiza puede convertir las cenizas de los muertos en diamantes sintéticos. Los gusanos devoracadáveres van a tener que buscarse otro medio de vida a partir de ahora. La calidad de los diamantes dependerán de su pureza y tamaño siendo todos de un tono azulado y cuántos más gramos haya de cenizas mejor saldrá el diamante. A partir de ahora me preocuparé menos de los kilos de la familia; que coman lo que quieran.....
Resulta que los negocios funerarios van camino de convertirse en los más rentables e innovadores debido a la creatividad y empuje que les aportan cabezas más que pensantes de este mundo tan merchaideasingmente globalizado. En principio la muerte es el acto personal más común que tenemos los seres humanos después del nacimiento; a ver quién se lo salta. La incineración poco a poco va captando adictos en la sociedad española que seguramente es de las más conservadoras en temas funerarios pues por cuestiones de religión, dígase resurrección, aún hay gente que eso de salir ardiendo en el tanatorio no entra en sus planes y por cierto, tendré que advertirles a los chicos del crematorio que no se alarmen si llegado el caso estoy una semana deflagándome debido a mi última afición a la botella ( obviad chistecillo aznariano ).
Además de los gastos de funeral, caja, flores, coche y más parafernalia han inventado un pasito más para convertir la muerte en una sofisticada customización.
Por una módica cantidad de dinero que va desde 3.000 a 18.000 euros podemos metamorfosearnos como una cenicienta cualquiera: entrar en una caja de madera noble al tanatorio y salir engarzados en un anillo de oro o gargantilla. Sí, la noticia es que una empresa suiza puede convertir las cenizas de los muertos en diamantes sintéticos. Los gusanos devoracadáveres van a tener que buscarse otro medio de vida a partir de ahora. La calidad de los diamantes dependerán de su pureza y tamaño siendo todos de un tono azulado y cuántos más gramos haya de cenizas mejor saldrá el diamante. A partir de ahora me preocuparé menos de los kilos de la familia; que coman lo que quieran.....
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