Tengo ganas de que acabe este año. No ha sido malo, quizás se me ha hecho un poco largo. Y no, no pienso hacer esta vez la típica lista de propósitos para el que viene porque no los tengo y además pocas veces los cumplo. Estoy en un momento de mi vida en el que medito mucho las cosas y he adquirido una paciencia infinita que me ha quitado cualquier prisa. Con voluntad y cabeza se puede vivir muy bien cumpliendo los deseos sin demasiadas pretensiones. Creo firmemente que soy una persona muy afortunada y he dejado por ello de quejarme. Me apetece mucho ir a Madrid a pasar unos días y lo haré sola porque creo que lo disfrutaré más sin tener que ceder en nada. Los planes ya los hago a dos semanas vista como mucho porque así es más difícil incumplirlos.
Me equivocaba antes, la vida solo hay que vivirla sin hipotecar deseos, muchas veces ajenos, que nunca se realizan. De ahora en adelante acortaré al mínimo la distancia que hay entre querer y hacer. Empiezo a conformarme exclusivamente conmigo misma y me encanta.
Comentarios
Un abrazo.