Creo que últimamente estoy cambiando, o apaciguándome. No sé si es cansancio, hartura, desinterés, madurez o simple inteligencia. La pausa ,se ha convertido en un recurso valioso que dosifica un tiempo de respuesta para minimizar errores, sin caer en la fatalidad de adquirir deudas dolorosas. Ya no anhelo la inmediatez de mis deseos sino el acierto y la inexistencia de daños colaterales por no haber previsto las consecuencias de una decisión no meditada. A casi finales de Marzo he decidido empezar a usar una agenda que va a permanecer en blanco un 25% por impulsiva que era. Llevo unos días descubriendo la desaparición de personas que en algún momento estuvieron vinculadas a mí y de las que me hubiera gustado despedirme. Pienso en el montón de bonitos recuerdos que no volveré a crear con ellas, en no haberles conocido más, prestado atención y haberles dedicado algo más de un tiempo que casi siempre desaprovecho aunque cada día soy más consciente de que éste, me estrecha inexorablemente.
Dentro del pesimismo innato de mi naturaleza y mi bien administrada melancolía, sigo disfrutando sobreviviendo en un mundo al que ya no me preocupa entender ni juzgar.
Me encanta esta versión.
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Mil besos