Hoy le decía a una amiga que se
comprara un saco de pipas para el espectáculo que se nos avecina. Difícil
imaginar el sueño ahora de quien, antes del verano, ni echaba siesta para no
caer en hombros peligrosos.
Hay un término que alguna vez he
usado en el trabajo: prevaricar. Y siempre lo he usado como justificante para
no hacer ni medio favor a nadie. Porque
yo creo en la integridad (la mía), la igualdad (de quien me rodea) y la
justicia (de quien me juzga) aunque en
lo que más creo es en el peso que cada uno tiene en su propia vida.
La
prevaricación moral de exponer a todo un país a tan duro castigo por no haber
sido encumbrado, no debe responder sólo a esos aires narcisistas que crecen día
tras día como si de una pelota de nieve se tratara.
El fracaso de no seducir a
todo el mundo, lejos de convertirse en una perfecta herramienta de autocrítica
y mejora continua, da rienda suelta a
una venganza casi infantil por no obtener
el título de Míster legislatura. Si no
vence de verdad, menos convence.
Como dice mi madre: yo ya tengo
la carrera hecha.
Comentarios
Pues anda que yo...de mamarrachada en mamarrachada y tiro por qué me toca.
Buen día.
La infeliz vocacional
jajajajajaja
Esto me encantó.
:) besos.
Gracias Laura. Me encanta que te encante. A ver si compartimos un café.